El Guernica de Sánchez Mejías

12:29 Fran Ibáñez Gea 1 Comments



Existe una versión alternativa a la visión popular que se tiene del cuadro-mural de Picasso, El Guernica. Se expone así que bautizarlo con este nombre se debió a un giro en los acontecimientos para presentarlo en el pabellón que la República española dispuso en la Exposición Internacional de París de 1937. El bombardeo de la sagrada e inocente villa vasca conmocionó al mundo occidental, marcando un antes y un después en las conciencias internacionales de la brutalidad y agresividad de la guerra llevada a cabo en la península, así como la frialdad y fiereza del ejército nazi. Ésto elevó aún más la leyenda romántica de una democracia que luchaba contra los males despóticos del fascismo.



La otra versión encapsula este cuadro-mural en la generación del 27. Pintaba Picasso en recuerdo de su amigo Ignacio Sánchez Mejías, quien caído en la plaza de Manzanares, fue en digno luto y silencio recibida su muerte entre los más grandes artistas. El derechista Enrique Domínguez Martínez Campos sostiene la idea (por desmitificar a la izquierda) de que el cuadro originalmente iba dirigido a esta causa, y que después de la visita de una delegación española a la residencia parisina del pintor y el ofrecimiento de un millón de pesetas, Picasso adaptó lo que ya tenía y rebautizó su obra. Es interesante el ofrecimiento de esta nueva visión por la flexibilidad que acoge el simbolismo de El Guernica, en un fondo de desolación y tragedia.

En cuanto leí dicho artículo fui inmediatamente al Museo Reina Sofía, hogar de El Guernica, para verlo frente a frente y descubrir bajo esta nueva perspectiva la verdad que en él se esconde. Hay tres elementos fundamentales que cambian durante la elaboración del mural: el caído, los animales y la luz superior, principalmente. La sala expone las fotografías del desarrollo de la obra por lo que se puede ver el progreso y continua corrección que el pintor hacía sobre el lienzo.

En primer lugar el cuerpo tendido yace en posición horizontal a lo largo de toda la parte inferior central. El hombre (pues Picasso es transparente en cuanto a sexualidad refiere) en una mano tiene una espada rota y en la otra su fuerza sigue sujetando un ramo de espigas, símbolo de la fuerza de los pueblos y de los trabajadores. Este cuerpo está acompañado por otro que duerme en la muerte muy próximo a él pero que desaparece en las siguientes pinceladas dándole protagonismo al primer cuerpo. Cuerpo que va desapareciendo y que queda como resultante los brazos y la cabeza decapitada. Esto puede deberse a razones de estética. El Guernica es un cuadro cuya gravedad levita. No existe un peso firme sino un dolor profundo que nace en la oscuridad del fondo y se impregna en las figuras envueltas.


En segundo lugar la disposición del toro es muy cambiante, éste se pasea por todo el cuadro a lo largo de la creación. Nace primeramente en la esquina superior izquierda con una mirada inquebrantable y ruda, como si fuese a entrar en el ruedo a dar batalla; gana posteriormente cuerpo contoneándose por el centro con una vista más huidiza hasta terminar con el rostro típico cubista en la parte izquierda sin hacer aspavientos ni consternarse por lo que a su alrededor ve. El caballo por su parte estaba caído en el suelo y después se alza apoyado en una rodilla, y grita al toro llenando sus pulmones en un último suspiro. Tiene clavada una espada que cruza su lomo de arriba a abajo. Una punta de lanza doblada a los pies de caballo apunta al toro como el posible hacedor de la tragedia, como al que se le dirigía la muerte.

He de decir, como apéndice, que la práctica de rejoneo se reguló durante la dictadura de Primo de Rivera para que los caballos fueran protegidos en una malla, evitando así que a la primera cornada no echaran las tripas del caballo al suelo y eliminar esa imagen dantesca. 

Por último la bombilla, que originalmente era un sol que como un halo rodeaba la alegoría de la fuerza del pueblo y del trabajo, queda como una luz que estalla. Este elemento ha sido considerado como las bombas que caían. Aún así es tan ambiguo que se puede sujetar a múltiples interpretaciones. Sí me gustaría añadir que había un elemento que fue cambiando y que pasa desapercibido en el cuadro. Originalmente, en la parte derecha, en el extremo, cruzando el edificio en llamas, se encontraba una paloma blanca que volaba fuera del cuadro, eso indica que la luz que nace del cielo no tiene un significado esperanzador. La paloma se terminó sustituyendo por una puerta abierta que da salida a El Guernica. Esta situación dota de un espacio increíble a la obra, que no sólo queda recogida en el lienzo sino que sale de ella. Artistas como Velázquez en Las Meninas o El Greco en El Entierro del Conde Orgaz son capaces de abstraerte de tu localización y transportarte dentro de la escena. Denota un compromiso del público con lo que hay representado. No deja a nadie ajeno. No puede.

El cuadro a su vez es abrasador. Gotas de pintura caen derretidas por el brazo de esa mano que sujeta el candil. Tanto el bombardeo como la cornada tuvieron lugar a la misma hora. En torno a las cinco-seis de la tarde. Las llamas de los edificios tendrían más sentido con la versión del bombardeo, aunque aquella corrida fuera en el tórrido verano madrileño. No acudieron los bomberos a sofocar los incendios hasta dos horas más tarde. Sólo una flor nace de la mano del caído, como el árbol de Guernica que es lo único que sobrevive al feroz ataque.

Ignacio Sánchez Mejías era un personaje artístico muy importante en el primer tercio del siglo XX. Como torero, fue cuñado de Joselito 'El Gallo', custodio de la Esperanza Macarena, y mítica figura de la España de principios de siglo. Él dio la alternativa a Sánchez Mejías en 1919, estando presente Belmonte, insigne matador. La muerte de Ignacio conmocionó, como ya hemos referido anteriormente, a toda la opinión pública, pero más en concreto a su círculo de amigos artistas, dedicándole Federico García Lorca la elegía más bella escrita en español desde las Coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre. Ignacio era indiscutiblemente alguien con alto magnetismo y trascendencia en la vida pública (fue incluso presidente del Real Betis Balcompié). Por ello, pongo en duda de que si la intención original fuera en su recuerdo, Picasso, temperamental y decidido donde los hubiera, no hubiera maquillado la finalidad de su obra, dejando sin ese tributo a su amigo.

La única verdad objetiva del cuadro son las crines del caballo. El resto, alegórico de las artes destruidas por la contienda, fantasmas o plañideras, bomba o bombilla, es innegable la genialidad del artista y el poder que se eleva del lienzo al ser capaz de discutir el significado de sus miembros en un marco claro de agonía. Goya tiene mucho que ver: sus fusilamientos el 3 de mayo en la montaña del Príncipe Pío y sus pinturas negras dan herencia a esta sobresaliente e icónica obra del siglo XX.


Los muertos son siempre los mismos


1 comentario:

  1. Maravillosa descripción de una de las mejores obras maestras del siglo XX.
    La agonía del Guernica además de recordarme a Goya también me recuerda la desesperación de los tripulantes de la balsa de la medusa de Guericault. Los muertos son siempre los mismos.

    ResponderEliminar