El Escorial

12:37 Fran Ibáñez Gea 0 Comments




El Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial considerado una de las maravillas del mundo durante cierto tiempo, es el ejemplo más vibrante de uno de los capítulos más trascendentales de la historia de España. 

El macizo arquitectónico es un conjuro que tapona una de las puertas del infierno. Se derrama por la colina, se asienta y petrifica. Se despoja de ornamentos, se aleja por completo del plateresco y rehuye de los siglos de esplendor árabe que esparcieron reliquias por toda la península. El clasicismo se reviste de una sobriedad plena, de quietud que invita al asombro por las sobrecogedoras dimensiones del monumento. Es un lugar inspirado en la oración. Es un mausoleo que vela el descanso eterno de los reyes de España. Es un símbolo de firmeza, poder y silencio perturbado por el tañido de las campanas que dictan la vida a los monjes agustinos. 

Este es uno de los lugares más sagrados de la cristiandad por su gran colección de reliquias de santos que Felipe II mandó reunir en un mismo sitio y a los que encomendaba su reinado. Entró el monarca aquí a despedirse, después de cincuenta días de angustia, extenuación e invalidez, el hombre más poderoso del mundo, entre fiebres y heridas, abandonaba entre estos muros el sol que no se ocultaba en su imperio. 








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