Los Ilustres

21:29 Fran Ibáñez Gea 0 Comments



España es una Nación de Ilustres
Su personalidad, su trayectoria, su peso en la historia, la han nombrado durante siglos potencia e imperio. Un pueblo comprometido en el orgullo patrio, que avivada la humildad de su pobreza, gastaron arte para quitar el hambre, pues no faltaba el sol, el tabaco y el vino desde el más pobre hasta el más rico. Una España coronada de mantilla, incensada en sentencia y místicas devotas amarras que unían este pedacito de tierra con lo más divino del cielo. Esa era España, un galeón aventurero que siendo castellano o madrileño emprendieron empresa en los océanos. 

Por todo ello, es en el siglo XIX cuando se hacen varias propuestas para crear un lugar sagrado a la patria, un lugar donde rendir homenaje a todos los caídos Ilustres que tanta luz dieron al nombre de España. En el primer proyecto, la Real Academia de la Historia hizo un listado en el que se incluían a Cervantes, Lope de Vega, Calderón, Quevedo, Góngora, Velázquez, Jorge Juan, Don Pelayo, el Cid, el conde de Campomanes, Floridablanca o Francisco de Goya. Pero el pasado se apropió de todos ellos y los custodió para que el presente no los alzara. Es por eso por lo que, ante la falta de insignes, el proyecto fue modificado, y en un edificio neobizantino, se creó el Panteón de Hombres Ilustres, acogiendo los restos de Cánovas del Castillo, Sagasta, Canalejas, Eduardo Dato, Ríos Rosas, Mendizábal, Argüelles, Martínez de la Rosa o el marqués del Duero

La muerte de alguno de ellos causó conmoción en la opinión pública de la época, ya que siendo Presidentes del Consejo de Ministros del Gobierno de Su Majestad El Rey Alfonso XIII, fueron asesinados por atentados anarquistas. La grandeza de estas personalidades es brindada por la maestría de Mariano Benlliure, cuyos mausoleos impresionan por la delicadeza en la que en este espacio el trance está presente. El tiempo parece haber cerrado la puerta a este monumento. Sólo Prim y el General Castaños han mudado la piel, volviendo a descansar en el origen de sus raíces. 







PANTEÓN DE HOMBRES ILUSTRES

C/ Julián Gayarre 3

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Beatriz González

22:05 Fran Ibáñez Gea 0 Comments





La obra de Beatriz González es desgarradora. 
Se palpa la tortura bajo la inspiración de una nación abatida por una guerra constante que nunca parecía llegar a los días de paz. Este trasfondo sobrepasa por medio de sus telas y lienzos la verdad de un sentimiento amargo que queda en la genética colombiana de sus hijos del siglo XX. Una artista que quiso reír hasta que el sufrimiento fue tal que no pudo hacerlo más. 

Colombia sucede entre pinceladas de color y dolor. Así nacen las piezas más inherentes a la obra de González, quien es una de las más grandes representantes de arte del siglo pasado en su país y en Latinoamérica. Su trayectoria se desenvuelve por distintas etapas que marcan los influjos de las tendencias que se van gestando, siempre aportando un punto muy personal a la pintura. 

Los estudiantes de historia del arte, a menos que viajaran a Europa para ver en las grandes galerías y museos los más conocidos y famosos pintores de todos los tiempos, no tenían acceso a eso, a excepción de sus libros y manuales, donde en fotografías aparecían los cuadros. La fotografía del entonces nada tenía que ver con la de ahora. La precisión era escasa, las sombras alteraban los contornos. Por lo que González empezó a plasmar el esperpento de todas las referencias a las que se enfrentaban los estudiantes. Era cómico retratar aquella naturaleza desvirtuada. 

Después llegaron los muebles, donde González quiso aportar algo más de sentido, sacando de los lienzos la pintura y llevándola a muebles tan cotidianos como una cama o una mesa. La pintora, contemporánea de Warhol y todo el movimiento Pop Art, se desentiende de la corriente imperante y sigue apostando por los colores de su pueblo, tan vivos y llenos de energía como toda Sudamérica. Quizás Frida sí haya dejado más huella en la fuente donde se inspiraba González, incluyendo un simbolismo mágico, emborronado por una nube de corrupción política, terrorismo, tiranía. 

Es el asalto del Palacio de Justicia lo que marca un punto de inflexión en su pintura. Este episodio de la historia de Colombia es narrado como la toma del Palacio de Justicia por la guerrilla, quienes incendian el edificio y saldan la vida casi un centenar de personas, incluyéndose personas de Estado, magistrados e ilustrados del país. Un crespón de tragedia, como un aire huracanado llegó a la pintura de Beatriz González y nunca más volvieron los colores vivos a brillar con intensidad. 
Fue entonces cuando ya no se podía reír más. 






BEATRIZ GONZÁLEZ

Museo Reina Sofía 

Parque del Retiro, Palacio de Velázquez

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