Toledo

15:05 Fran Ibáñez Gea 0 Comments



Toledo es una urbe conservadora, una mantilla vetusta de piedra bañada por el Tajo que el Alcázar corona. Guarda en cada uno de sus estilos los tiempos en los que esta villa fue mezcla de culturas y religiones en convivencia, la grandeza de haber sido sede capital de un imperio. 

Exquisitamente volcada al turismo se recorre fácil y cómodamente. Al llegar a la estación de autobuses nos dieron un mapa y nos indicaron con absoluta claridad y en confianza lo que era mejor ver, y así hicimos. Un casco histórico pintoresco vestido de oro y acero destella en sus escaparates. La regia presencia castrense está en sus monumentos al igual que el fuerte peso de la fe de judíos, cristianos y musulmanes. El tiempo no ha consumido su rostro.

Personalmente, dos de sus grandes joyas son la Catedral de Santa María de Toledo, primado de España, y una obra fascinante y embriagadora: el entierro del Conde Orgaz, por el Greco. Este cuadro representa la muerte del señor de Orgaz cuyo cuerpo es tomado por San Agustín y San Esteban, mientras su alma en forma de bebé es cogida en brazos por un ángel y subida a la corte celestial entre la Virgen y San Juan Bautista a la vez que Jesucristo avisa a San Pedro de que le abra las puertas de la vida eterna. Pintado en un único lienzo con unas dimensiones sobrecogedoras para la época, este cuadro es uno de los mayores tesoros que guarda la ciudad y que es visita obligada. 






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