Málaga

16:33 Fran Ibáñez Gea 0 Comments



Entre las dos farolas, la del cielo y la del mar, hay un orden de avenencias de sol, alegría y brisa marinera que hace de las calles malacitanas un torbellino de gratas sensaciones. 

Málaga es las vacaciones de Europa. Es una ciudad que desde los fenicios aguarda un sabor de tradición reinventando el centro en los tiempos del Marqués de Larios. Con una arquitectura dada al clima, señorial y elegante que viste fachadas desde Gibralfaro al Guadalmedina. Tiene una vida inquieta, siempre hay algo de lo que poder disfrutar. Buscando el relax por la mañana desayunamos en el puerto y caminamos por la orilla de la Malagueta, una playa que hay que aprovechar entre semana santa y el estío antes de que se abarrote hasta la bandera. Cuando el mejor sol del año brilla y calienta con ternura, dorando las aguas del mediterráneo, hasta que se funde en la noche, mientras en la sombra la espuma parece plata, los rayos buscan un camino de fuego sobre las aguas. Una bahía que abarca desde el puerto hasta el peñón del Cuervo, sitio idílico y espectacular playa escondida donde desembarcaría cualquier goleta. 

El Centro Pompidou, el Museo Carmen-Thyssen y el Museo Picasso Málaga, son tres de mis lugares favoritos para visitar sin falta. Cada uno de ellos tiene increíbles obras que enmudecen. El preciosismo y costumbrismo decimonónico, la obra del padre del cubismo y el arte contemporáneo divergente. Todo ello a unos pocos metros en el centro de la capital. 



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