Bruselas

16:00 Fran Ibáñez Gea 0 Comments




Bruselas fue mi ciudad preludio. En ella empezó todo. 
Viajé al corazón de Europa para ver a Ángela, y allí descubrí que vivía en una cajita de porcelana de antaño, que cuando la abres ves que la bailarina con cuerda se ha ido. No es una capital monumental. Todo es demasiado nuevo para que la evasión brote. En la mente no nace un Londres, un Viena o un París. Juega una liga distinta y sin embargo tiene un elemento muy enriquecedor que es la clave para vivir un Bruselas pleno: lo bruseluá.

Caminar por el parque del Cincuentenario y rodearte de jovialidad y multiculturalidad. Ajenos al ego europeo, las sedes e instituciones de la Unión Europea no podrían haberse situado en lugar mejor. Recuerdo en una misma conversación había dos italianas, una iraní, dos turcos, tres alemanes, dos españoles y una griega. Más que el comienzo de un chiste era una realidad. Todos por igual, ni una voz, ni un idioma por encima de otro. Eso es lo que realmente hace grande a Bruselas, su capacidad de adopción, su entusiasmo por recibir y aprender de otros. 

Si queréis viajar con sensatez alejaos del Manneken Pis. La ridiculez del turista se asocia a la estampa que se ve cuando todos se agolpan con cámaras y se apegan a la reja para ser fotografiados junto con el niño meón. Qué ordinariez. En cambio es obligatorio ir a la gofrería que hay justo enfrente y degustar el sabor y olor de Bruselas, que como os podréis dar cuenta su dulzor inunda el ambiente y le añade amabilidad al paseo por sus calles. Además, una(s) cerveza(s) en Delirio no está(n) demás. La estrecha calle del elefante rosa acoge a los borrachos con curriculum de todo el mundo. ¿Frites? para eso ya tenemos Burguer King. 








0 comentarios: