Brujas

16:55 Fran Ibáñez Gea 0 Comments






Brujas es una de las ciudades más atractivas de Bélgica, habiendo recibido por ello ser Patrimonio de la Humanidad. Y es que su morfología urbana escapa al futuro. Vive en un pasado que se hace presente. Teletransporta al visitante siglos atrás, a época medieval. Su casco histórico reconstruido con exactitud tras los estragos de la segunda guerra mundial juega a ser un parque temático con un esqueleto pintoresco, pero al que no se le puede encontrar una identidad: no puedes creer que la gente viva allí, pues sólo hay chocolaterías y sexshops como comercios. Los brujenses han de haber migrado a las afueras, donde exista una realidad a la que es ajena el turismo. 

La Venecia del norte, por sus canales y su belleza, es una ciudad cómoda que convive con la naturaleza, teniendo ésta una gran importancia en la disposición paisajística de Brujas. Ágil y amena, es el lugar perfecto por el que pasar un día de descanso o a la que escapar cualquier domingo. En ella se respira una agradecida tranquilidad. Las venas que la cruzan parecen ser su calma, además de su cercanía al mar que la llenan de brisa y frescura. 

Brujas es el testamento de vida de una ciudad que perdura y que luce orgullosa su inmortalidad como trofeo. Desde que Ricardo III, corazón de león fuese alojado o William Caxton impreso el primer libro en inglés, no cabe duda de que nada nuevo ha roto su quietud hasta hoy. Quizás el museo dedicado a Dalí en la plaza mayor sea lo más surrealista que les haya pasado. 





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