Masaveu en el Paseo del Arte
Al paseo del arte español se le ha sumado un nuevo miembro.
Desde Atocha a Colón, Madrid puede sentirse dueña del más absoluto de los
orgullos al poder convivir con galerías de arte y museos de primer orden
mundial. Coronada esta selecta lista por el Museo Nacional del Prado, la triada se completa con el escalafón del Reina Sofía y Thyssen-Bornemitsa. Caixa Forum, el museo Naval, el Museo Nacional de Artes Decorativas, el
Museo Arqueológico Nacional, la Biblioteca Nacional
y la Fundación Mapfre
dan la bienvenida también a una distinguida colega que estrena sede en
el número 6 de Alcalá Galiano. La fundación María Cristina Masaveu Peterson es
una institución que ha aportado merecidos logros al arte de una forma
sustancial y que por fin abre sus puertas para exponer su
colección. La elegancia en el gusto de esta familia catalana, asentada en Asturias, e interés mostrado en este ámbito explican la riqueza plástica y la selección estilística. Su mecenazgo y compromiso se ha enraizado generación tras generación hasta nuestros días.
Algunas de sus obras han podido ser vistas en préstamos a
exposiciones temporales, y es una delicia poder contemplar este buque insignia
que corre el telón con La pintura española del siglo XIX. De Goya al Modernismo, un desfile orquestado y comisariado por Javier Barón, conservador de la colección de pintura del XIX del Museo del Prado, y por tanto una apuesta segura para pulir el éxito en esta muestra. Sus instalaciones rehabilitadas y recién inauguradas ofrecen un
paseo ameno y sintético por piezas clave de los últimos dos siglos. Una cascada
de estilos que comulgan entre sí, amalgamados en sus corrientes y afluentes. Hilvanados
con un discurso elocuente, por sus salas florece el recorrido que los pintores
españoles diseñaron con gran genialidad hasta la veintena del siglo pasado.
Una tarde de toros (Suerte de Banderillas, 1793) con Goya o una
alegoría de Vicente López estallan de complicidad la relación de estos dos
amigos que tanto aportaron a una época oscura de nuestra historia. López
Portaña, acogiendo las reminiscencias de Mengs o Tiepolo, encaja un retrato
como mitología. Goya por su parte inyecta un discurso que barniza el
costumbrismo. A la juerga se apuntan Eugenio Lucas Velázquez, Federico de
Madrazo y Eduardo Rosales. Aparece Esquivel entre brochazos. En un segundo
turno el color estalla con de Haes, Riancho, Martín Rico, Meifrén,
Beruete y, aunque algo anecdótico, no pierde su silla, el maestro Fortuny.
Los naturalistas catalanes empiezan a coger fuerza.
De un momento a otro de este paseo se llega al lugar sagrado
de la colección. Romero de Torres y Zuloaga le hacen un ademán a Sorolla,
el rey de esta exposición, la pasión y la fuerza. Un desplome de grandeza cuya presencia queda entronizada en la selección de las
obras presentes en la fundación. La copia a Velázquez del retrato de Mariana de
Austria es una declaración de intenciones. La familia de don Rafael Errázuriz Urmeneta
o el Remero es una ventana abierta llena de frescura a su tiempo. Es muy
probable que la casa Masaveu Peterson tenga en sus filas el mayor número de
obras adquiridas del pintor valenciano en España.
La pintura catalana, cuyo esplendor lo brindan Casas y
Rusiñol, destaca notablemente Anglada-Camarasa, Sunyer y Mir, a la
par que el discreto pero fundamental Nonell, que sirve de sombra a este
escaparate de luz, bordando realismo y peso a la trayectoria ofrecida en este
discurso. El Silencio se cuela en uno de los patios de la fundación. Es la obra
más contemporánea, perteneciendo al artista Plensa, quien tiene a ‘Julia’
como vecina en la cercana Plaza de Colón, y hasta hace poco también la trinidad de 'Invisibles' en el Palacio de Cristal del parque del Retiro.
Es indudable el aprecio, respeto y contribución que la
fundación María Cristina Masaveu Peterson hace al mundo del arte y el respaldo
que supone la apertura al público de una colección sublime como es la suya, más
aún en un enclave significativo del paseo del arte madrileño.
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