Arte de mujer
El Museo Nacional del Prado, en aras de la excelencia que lo
regenta, abre la puerta grande a las mujeres artistas. En esta ocasión, y en el
marco de su bicentenario, las mujeres ganan el merecido protagonismo en una
exposición capitaneada por dos pintoras excepcionales cuya relación con España
y el Prado es estrecha: Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana.
Rompiendo las barreras que había sobre ellas, estas pintoras
consiguieron ser reconocidas por su talento y dedicación al arte, llegando
Anguissola a ser pintora de cámara en la corte española de Felipe II por
mediación del duque de Alba. Pero esto no es más que la punta del iceberg: la
mayor de siete hermanas fue discípula de Miguel Ángel, quien la admiró y apoyó,
así como siendo mencionada por Giorgio Vasari como una excelente pintora por
logros propios. En España fue dama de Isabel de Valois, apasionada del dibujo. A
la muerte de la reina, se convierte en tutora de las infantas. Habiendo
trabajado con Sánchez Coello, el paso del tiempo desdibujó su recuerdo, atribuyéndose
obras de Anguissola a éste que pasados los siglos han vuelto a llevar el nombre
por derecho de su creadora.
Lavinia Fontana destacó como pintora de un primer barroco.
La influencia de los Carraci fue determinante en su trayectoria, la cual ganó
gran notoriedad como pintora en la corte del Papa Clemente VIII y Paulo V. Elegida
miembro de la Academia
de Roma, Fontana llega a pintar desnudos en gran formato para el ámbito
religioso, siendo esto extraordinario para una mujer en la época. Del propio
barroco nace Artemisia Gentileschi, quien desarrolló su pintura de la admiración
hacia Caravaggio. La violación sufrida
por uno de los discípulos de su padre marcaron el carácter tenebrista de su
pintura, reflejando este vívido sentimiento en la decapitación de Holofernes
por Judit (1614-1620, Galería Uffizi) La agresividad, sensibilidad y precisión
reflejada en el lienzo la han convertido en su obra maestra. El Museo Nacional del
Prado conserva su Nacimiento de San Juan Bautista (1635) encargado por el
virrey de Nápoles para el Palacio del Buen Retiro de Felipe IV.
No será la primera vez que el Prado haga una exposición protagonizada por mujeres. Clara Peeters estrenó esta línea, siendo sus bodegones
fascinación y deleite del público. La habilidad de Peeters la hacen maestra del
detalle y notaria de su tiempo, constatando en las piezas cotidianas un
discurso realista y cómplice. Sus reflejos la retratan, firmando su rostro
contra el agravio con el que era vilipendiado el arte de las mujeres. Nuestro
siglo, con firme determinación feminista, ha querido rescatar de la
invisibilidad y de los almacenes la belleza que mujeres como Angelica Kauffman,
Rosa Bonheur o Rosario Weiss (ahijada de Goya) demostraron en su tiempo y que el
paso de éste la han barrido del lugar donde su grandeza las puso. Hoy, su
pintura es analizada y reubicada, para que las futuras generaciones no duden de
que un museo no es sólo sitio de hombres.
Esta iniciativa refuerza el compromiso que el Museo Nacional
del Prado tiene con el arte, con su historia y con el presente. Una mirada
nueva hacia el renacimiento o el barroco cuyos pinceles los toman artistas femeninas valientes que lucharon en su día por ser tan valerosas como los grandes maestros.
0 comentarios: