La Rusia que queda

9:01 Fran Ibáñez Gea 2 Comments

La guerra rusa en Ucrania ha vuelto a posicionar en dos bloques al mundo. Repulsas, sanciones y condenas mutuas van zigzagueando al son de una herida abierta cuyo trazo es reconocido por su antigüedad. Aunque los embargos y sanciones económicas son muchas y variadas, decisiones que condicionarán y mucho la geoestrategia global futura, es la cultura la que vuelve a ser el termostato que avisa del calor de esta hoguera. 

Entre las primeras condenas a la invasión, hubo personalidades rusas que dejaron sus cargos en instituciones públicas en repulsa por esto (la primera bailarina del Bolshoi, Olga Smirnova; también su director principal, Tugan Shokiev; o la directora del teatro estatal de Moscú, Yelena Kovalskaya) . Occidente vetó de Eurovisión, los Juegos Olímpicos y del Mundial a Rusia, para que su visibilidad sea nula extramuros. Todos los comercios internacionales echaron la persiana e incluso Suiza, que había sido neutral en dos guerras mundiales, congeló las cuentas que en sus bancos había de la corte Putina. A este revés colectivo se suma la ley que Rusia introdujo sobre periodismo en el que se prohibía difamar al ejército y cuestionar la invasión, lo que impulsó una ola de renuncias de periodistas. Queda un sólo camino para el pueblo ruso, ajeno a ser testigos de las matanzas y bombardeos acaecidas sobre Ucrania, mientras son panfletados de la fuerza y honor de la madre patria. Un muro aún franqueable está germinando entre unos y nosotros. 

Si bien Moscú tenía cedidos un retrato de Carlos V de Pantoja de la Cruz (Museo del Prado) y armaduras suyas (Real Armería, Patrimonio Nacional) para una exposición en los Museos del Kremlin, éstas están en vías de devolución, afortunadamente. Así, Rusia también ha exigido la repatriación de un centenar de cuadros prestados a Italia. El arte y su hermanamiento, los discursos y diálogos que nacen a través de la pintura, está siendo fragmentado. Por el momento el museo ruso de Málaga, franquicia de San Petersburgo, quedará desierto. No habrá renovación de una nueva exposición. Eso significa que todo el esfuerzo que el ayuntamiento ha invertido durante estas dos últimas décadas para convertir la ciudad en un exponente cultural, se vea amputado y al margen de decisiones propias. 

Si esto sigue así, las representaciones del Lago de los Cisnes o El cascanueces de Tchaikovsky serán también parte del ostracismo, o ensordecer a Stravinski o Shostakovich , a pesar de su inquietante belleza; no se podrán hacer conferencias o congresos que incluyan a Dostoyevski, Pushkin, Nabokov, Tolstoi o Chéjov. La lengua rusa en repudio. Afortunadamente buena parte de los pintores de escuela rusa son ucranianos: Aivazovsky, Malevich, Repin. Decir de las obras de Prymachenko, una de las grandes pintoras naif, custodiadas en un museo ucraniano fueron destruidas en un bombardeo. Aún queda un margen a la esperanza, en el que tras el delirio enfermizo de la guerra vuelvan las aguas a su cauce y el mundo procure entenderse, para seguir siendo un lugar colectivo donde mostrar lo mejor de nosotros mismos. 

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