El revuelo de la lengua

11:15 Fran Ibáñez Gea 0 Comments



La función lógica de la lengua es la de hacerse entender. Cuando esto no ocurre, aun habiendo muchas palabras de por medio, la lengua es inútil. Puedo decir "versos verdes vieron venir" y no expresar absolutamente nada, simplemente ejercer la aliteración para dotar de belleza y juego al lenguaje, sin más ambición que la estética. Bien es cierto que nuestro cerebro echa cartas posibles de decodificación e intenta descifrar el mensaje. También puedo decir "válidos balidos baleados van por vereda". Puede haber coherencia, puede haber cohesión, pero el mensaje no trasciende si quirúrgicamente carece de contexto. 

EsA es lah gUerRra habIerTaA k TeEneMoOs koOn laA LeNguUah. Nos preocupamos más por la corrección de las formas con precisión purista y olvidamos su utilidad. La frase previa, aun estando en código cani, tiene más validez funcional que las anteriores. Esa es la realidad a la que nos enfrentamos. Si bien es cierto que la gramática de Nebrija (sujeto-predicado) nace el mismo año de la toma de Granada y el descubrimiento de América, no es hasta el siglo xviii cuando la Real Academia de la Lengua recoge en consenso la ortografía. Todo lo escrito hasta entonces, a ojos de los jueces de hoy, estaría básicamente mal, incluyéndose en esta larga lista de analfabetos putativos a Cervantes, Calderón, Quevedo, Góngora o Santa Teresa de Jesús. Una vez dicho esto, continuamos. 

 La lengua es de todos. Y no sólamente de los presentes, también incluidos los venidos y venideros. Existe hoy un código paralelo a la hora de redactar el español. Sobre papel: bajo el rigor canónico castellano de tildes, puntos y comas; y sobre la pantalla: abreviado, ligeramente adulterado y con anglicismos. Y ambos españoles caminan en paralelo sin entorpecerse. Desde que el precio de los sms estaba ligado a los caracteres que pusieras, esto hizo despertar un reductismo audaz que siguió con el avance de los teclados en los móviles (hasta entonces el 1 era a b, c y á, el 2 d, e , f y é, etc) En nuestra experiencia hemos estado sujetos a moldes muy limitantes que desafiaban el florido español a costa de la inmediatez y economía. Un precio que se pagaba y se ceñía a un formato sin tinta. Aceptamos el reto, sin saber dos cosas: que los móviles se iban a convertir en algo tan inseparable del cuerpo como el alma; y que las redes iban a ser parte importante de nuestras vidas. Hoy arrastramos todo ese bagaje inconsciente al que hemos estado sometidos. Hemos relevado el vale por el ok. La videoconferencia por la call. El jajajaja por xdd. Útiles herramientas abreviadas que se adaptan a esta nueva era de impulsos y poca calma. 

No podemos culpar a las pantallas del uso todavía de "asinque" o "haiga" cuando un joven lo escribe en un examen, porque también hay adultos que comentan en facebook con ese léxico maridado siendo parte de una España sencilla y sin complejos. Una de las cosas que Antonio Machado amaba eran las faltas de ortografía de las cartas que Leonor le escribía. Las faltas son naturales, íntimas. Ningún crimen. ¿Un poco torpe? Pudiera ser. Son errores reveladores con mucha personalidad. Leer a alguien es saber cómo opina. En cambio, aspirar a escribir en esa codificación correcta ortográfica castellana es el compromiso social con la escritura que todos hemos firmado en alguna parte para ir de la mano y entendernos. La exigencia reside en la ambición del receptor. Comunicar es adaptarse. 

 Ya nos hemos dejado el "¿" y el "¡" por el camino. Sigamos dándole uso a tanta genialidad: "Albricias, la algarabía en la aldaba sonando y Adela como almenara en el alfeizar". Llegará el momento en el que nos enamoremos de nuestra lengua, entonces sin darnos cuenta trataremos con dulzura a las demás personas. La lengua es nuestro horizonte, en ella empieza y termina nuestro pensar. Lejos de las palabras sólo queda una fina bruma de sospecha. 


0 comentarios: