Mad is mad

20:07 Fran Ibáñez Gea 0 Comments




La última vez que puse mis pies en Madrid fue para visitar su fiesta de la diversidad. Su fiesta de la fraternidad, de la igualdad, de la libertad: del Orgullo. La villa era la anfitriona de acoger este año el mundial del Orgullo: una llamada planetaria a la festividad, a la superación y a la expresión más plural. Un reconocimiento a esos luchadores que sobreviven y sufren por ser ellos mismos, que se ven obligados a esconderse por no ser humillados o asesinados. 

Pocas cosas me pueden hacer sentir más feliz que vivir en un lugar donde se permita amar en libertad. Cada sociedad vale lo que piensa. Que ese pecado sea una cosa de viejos, pelillos a la mar.  

El mundo avanza. La vida sigue. 
Y sin embargo se mueve. 

Como decía, en esta ocasión no podía faltar el obligado paseo por el Prado. La vez anterior se había recién estrenado la exposición de la Hispanic Society of America y las colas eran tremendas. Con toda mi ilusión lo intenté, pero aquella vez llevaba desde las 3.50am despierto habiendo cogido un avión en Bruselas y aterrizado en Barajas-Adolfo Suárez. Estaba muy cansado. Así que me fui al VIPs del Palace, mi lugar preferido donde tomar algo y repostar. Al final acabé en el Thyssen. Madrid es lo que tiene. Una cosa te lleva a otra, y todas las opciones son igual de válidas. 

Durante estos días sí pude verlo. Claro está, era nuestra última jornada y no había descansado nada. La noche se dio entera en Chueca y en un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero recuerdo. A las 8.00 estaba plantado en Fuencarral para recoger a las chicas y seguir la ruta. Si la ciudad no dormía, yo tampoco. Casi me echo una siesta ante la Rendición de Breda. 

Mad is mad





Total look  -  SPHERA

Fotografía  -  Rebeca Gallego

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