Donde estaban las feministas

12:49 Fran Ibáñez Gea 1 Comments


Una oleada feminista ha sacudido fuertemente el nacer de este siglo, que se negaba en rotundo a consentir el desprecio sufrido, la humillación recibida y la dignidad empobrecida hacia las mujeres. Es, desde la lucha sufragista, la segunda revolución más fuerte que se ha visto en la historia de sus oleadas. Más allá que de la posguerra a los ochenta cuando filosofías como la de Simone de Beauvoir calaron y transformaron la intelectualidad. Testimonios expuestos por insignes mártires del terrorismo machista, como Ana Orantes hicieron retumbar finalmente el drama silenciado que la gran mayoría de mujeres vivían en nuestro país y estaban sometidas a la vileza de sus esposos. Cuando se empezó a contabilizar en la lista negra a todas estas víctimas, cuando se visibilizó en los medios y se acotó con el respeto debido, el mundo comprendió a lo que se enfrentaba. Recuerdo el 8 de marzo de 2018 con entusiasmo, con emoción. No cabía un alfiler en la capital. Desde Atocha y Recoletos hacia Plaza España por toda Gran Vía. Sus calles se abarrotaron de familias con pequeños, de mujeres, de hombres. Todas las edades, todos los géneros y todos los colores hilvanaban una marcha que pedía paz y libertad. 'Madrid será la tumba del machismo' se oía cantar. Allí estaba la España más humana que cuidaba y creía en sus hermanas.


Juan Carlos Quer, padre de la asesinada Diana, se preguntaba en twitter dónde estaban las feministas el día que encontraron el cuerpo de su hija. Caía en esta cuestión por su contrariedad a las manifestaciones organizadas en toda España ante la entrada de Vox en el parlamento andaluz y su insistencia por derogar la ley y políticas contra la violencia de género. Juan Carlos Quer no se acuerda de las concentraciones que se hicieron, a las que acudió la hermana de Diana. No se acuerda que la lucha feminista es precisamente lo que busca evitar: ni una menos. Defender la infamia del heteropatriarcado, aplaudiendo la familia tradicional y censurando todas las demás; ocultando la desventajosa realidad de las mujeres y cubriendo un tupido velo descafeinando su lucha o buscar las escasas excepciones para desprestigiar, es un tónico de ignorancia y malicia rancia propios de los comodones que se han aprovechado de sentirse superiores cada vez que pronunciaban un 'mujer tenías que ser'.

No es la primera vez que la derecha política reclama el feminismo, por el apoyo y bandera que recibe de la izquierda. No es la primera vez tampoco que la derecha juzga y pone en entredicho el feminismo. En declaraciones, cuando Mariano Rajoy aún era presidente del gobierno y le preguntaban por la equidad salarial, él respondía que ese no era asunto importante. Pero un señor como Rajoy sabe, por fuerza de la costumbre y de la moral social, que matar a las mujeres está mal, a pesar de que le guste verlas vivas a su manera: sin derecho al aborto y cobrando menos. Calladitas y sin rechistar. Si no se entiende el drama del terrorismo contra la mujer en todos sus aspectos, y sólo hay repulsa cuando les llega la muerte, el trabajo está a medio hacer. La violencia de género es sólo, aunque el más cruel y despiadado sin lugar a dudas, uno de los males que azotan y perviven en nuestro entorno, como en el resto de planeta.

Que puedan votar, que tengan acceso a la universidad y a trabajos de reconocimiento, que sean fiscalmente independientes y puedan divorciarse de sus maridos no es algo que la sociedad les haya regalado. Nada de eso hubiera ocurrido si no se hubiera luchado por medio de movilizaciones, huelgas y encarcelaciones. Tener que recurrir a sufrir el escarnio con tal de que sus hijas tengan más derechos y libertades que sus madres es lo que las convierte en heroínas. Ojalá llegue el día en el que salir de casa no las vista de miedo, y que el hombre entienda que un piropo cuando van solas no es ninguna necesidad vital para sentirse realizado. Ojalá que todos aprendamos en esta lección e incluyamos el feminismo en nuestra genética cultural ¿Dónde estaban las feministas? Nunca han dejado, afortunadamente, de estar.








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